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Una lenta y difícil recuperación vive la Iglesia Matriz de Providencia

[vc_row][vc_column width=»1/6″][/vc_column][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]A un año del incendio que la destruyó por completo, sólo se ha recibido un aporte que permitió el levantamiento arquitectónico de la obra.

Hoy se cumple un año del incendio de la iglesia La Matriz de las Hermanas de la Providencia. Atrás quedó el pasado glorioso de este templo centenario ubicado en pleno corazón de Providencia y que le dio el nombre a la comuna. Fue construido bajo el mandato de la madre Bernarda Morin -actualmente en proceso de beatificación- por cuatro arquitectos; entre ellos, Teodoro Burchard (Basílica del Salvador).

El panorama todavía es desolador. Los muros parecen haber sido bombardeados, al caminar el piso se hunde y de vez en cuando las gárgolas caen al suelo. Escombros, madera, restos de imágenes, fierros y vidrios esperan su turno para ser estudiados.

La restauración es completamente incierta. Se necesitan US$ 5 millones, pero en doce meses no se ha logrado reunir esta cifra. Ha habido promesas, aunque lo único que se ha concretado, según confirma a «El Mercurio» la arquitecta responsable de los trabajos, Amaya Irarrázaval, «es un aporte vía Ley de Donaciones Culturales del Banco Santander, que sirvió para pagar el levantamiento arquitectónico de la obra, lo que contempló más de 60 planos, sin los cuales era imposible iniciar el trabajo».

Aun así, Irarrázaval ha seguido con la tarea. Pidió un préstamo para comenzar a techar la iglesia y prevenir los daños que puede ocasionar el invierno. Este trabajo debería concluir en febrero. «Lo valioso es que el dinero que se está invirtiendo en esta parte del proyecto no se va a perder, ya que el trabajo es definitivo», señala.

Para la próxima etapa se necesitan de manera urgente $260 millones, que permitirán desarrollar el Proyecto Integral, que consiste en restaurar la nave central, las alas laterales y las sacristías, y en crear dos espacios nuevos que albergarán el museo y biblioteca «Bernarda Morin».

«Me sorprende que una obra como ésta no mueva a las personas con inquietudes cívicas, urbanas y patrimoniales», señala Amaya Irarrázaval. Y agrega: «Creo que acá hay una falta de modernidad al no comprender que el patrimonio es una construcción viva».

Actualmente, la arquitecta trabaja con profesionales de primer nivel: Ricardo Carrión (vitrales), Jorge Giñó (pintura-mural), Juan Oliva (lámparas), Guido Cavalla (calculista) y Mónica Pérez (iluminación), con quienes llevó adelante la restauración del templo hace 15 años. Si la «providencia» lo permite, esperan terminar este trabajo a fines de 2015.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/6″][/vc_column][/vc_row]

Con aportes de los fieles reinauguran Catedral de Talca

[vc_row][vc_column width=»1/6″][/vc_column][vc_column width=»2/3″][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text]La obra tuvo un costo de $400 millones y hoy, a las 16:30 horas, abrirá nuevamente sus puertas. 

Dos años tuvieron que esperar los talquinos para ver su Catedral restaurada, después del terremoto del 27-F. El templo, que será reinaugurado hoy, a las 16:30 horas por el nuncio apostólico en Chile, monseñor Ivo Scapolo, y el obispo de Talca, monseñor Horacio Valenzuela, sufrió serios daños en sus muros de albañilería -ruptura y grietas- y en los arcos de hormigón armado -destrucción de hormigón y ruptura de gran parte de su armazón de fierro-, lo que dejó a la iglesia inutilizable, con riesgo de derrumbe del edificio. También se destruyeron los vitrales, imágenes, cielos pintados y gran parte de la techumbre de teja.

El costo total de la restauración fue de $400 millones, aportados completamente por los fieles de la diócesis. Según explica el responsable de los trabajos, el ingeniero Alfredo Gidi, «el objetivo principal fue reparar los daños, manteniendo las características originales de la construcción y conservando su arquitectura y elementos artísticos. Por ejemplo, los muros de albañilería que colapsaron fueron reforzados por muros de hormigón armado con su cara exterior de ladrillo a la vista». Y agrega: «La estructura de madera de la techumbre fue reemplazada, reforzando algunos sectores que tenían daños menores. Se cambió la instalación eléctrica y de gas del edificio, manteniendo las lámparas originales; los cielos de madera y yeso pintados fueron restaurados manteniendo sus colores».

Para el profesional, lo más complejo del trabajo «fue la reparación de los arcos, y desde el punto de vista artístico, la de los vitrales, por lo difícil que resultó conseguir los colores de los vidrios».

Los «cristales» de la Catedral

El complejo trabajo de recuperación de los vitrales estuvo a cargo del destacado especialista nacional Ricardo Carrión. Su tarea consistió en restaurar seis vitrales figurativos de técnica grisalla -de 350 x 60 cm- y sesenta vitrales geométricos. Cinco de ellos representan ángeles con instrumentos musicales, y a sus pies se hacen alegorías a diferentes ciudades de España. «Los vitrales se encontraban en muy malas condiciones, no existían antecedentes históricos para poder restaurarlos. Nos encontramos con cientos de piezas quebradas, que tuvimos que rearmar para poder descubrir dónde y que parte del vitral eran; verdaderamente era un rompecabezas», cuenta Carrión.

Su trabajo duró aproximadamente seis meses y se utilizaron vidrios franceses de la misma calidad de los originales. «Cada pieza es única, con un tratamiento pictórico de un valor incalculable. Fueron doce metros de vitrales figurativos y treinta metros de vitrales geométricos», puntualiza el vitralistra

La primera Catedral de Talca fue destruida por el terremoto de 1928. En 1938, gracias a una iniciativa de monseñor Manuel Larraín, se puso la primera piedra de la nueva Catedral, y durante varios años el obispo realizó llamados a los fieles para construir el templo. Finalmente, gracias a un préstamo otorgado por la Corporación de Reconstrucción de la época y por el dinero recolectado a través de los «Bonos pro-Catedral», se consagró el templo el 30 de septiembre de 1954.

Los planos fueron ejecutados por el arquitecto Ramón Venegas, y su estilo arquitectónico es románico modernizado.[/vc_column_text][/vc_column_inner][/vc_row_inner][/vc_column][vc_column width=»1/6″][/vc_column][/vc_row]

Estirpe en colores

[vc_row][vc_column width=»1/6″][/vc_column][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]Ricardo Carrión es la tercera generación de una familia de vitralistas. En su centenario taller ha creado algunas de las principales obras que se observan en los templos, colegios y cementerios chilenos.

Ricardo Carrión es el custodio de una herencia centenaria de maestros vitralistas chilenos. Su abuelo Alberto Carrión estudió la antigua técnica -llamada grisalla- en Francia, instaló un taller en Chile y engalanó muchas de las vidrieras de las antiguas casonas céntricas. Su padre, Pedro, continuó la tradición y le enseñó a Ricardo a los 8 años el arte del vidrio.

Hoy trabaja en el mismo taller que levantó el patriarca en avenida Sierrabella. Allí ha elaborado, entre otros, vitrales para el Templo Votivo de Maipú, las catedrales de Talca y de Rancagua, el Colegio Sagrados Corazones de Manquehue y también para el templo principal de los mormones en Santiago.

Además, realiza lámparas, puertas y ventanas en vitreaux .»Nuestros servicios dependen de lo que se nos pida». (9) 484 7643.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/6″][/vc_column][/vc_row]

Restauran el vitral más grande de Chile

[vc_row][vc_column width=»1/6″][/vc_column][vc_column width=»2/3″][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text]La obra representa a la Virgen del Carmen, y se encuentra en la torre central del templo. El costo total del trabajo será de $80 millones.

Hace 45 años, el Voto Nacional de O’Higgins encargó la ejecución de los vitrales del Templo Votivo de Maipú al artista austriaco Adolfo Winternitz. El trabajo contó con la asesoría de los arquitectos que construyeron el recinto religioso y del equipo Pastoral del Santuario. Ellos concibieron la imagen de la Virgen del Carmen como un vitral de grandes dimensiones, que estaría ubicado en la entrada principal del templo y que sería acompañado de una serie de vitrales más pequeños, que representan los sacramentos, las parábolas y la geografía de Chile.

El terremoto del 27-F produjo serios daños en todos ellos, pero desde hace un par de semanas comenzó a ser restaurada la obra central. Con una dimensión total de 300 m2, 28 metros de altura, 11 milímetros de ancho, 30 toneladas de peso y 3 centímetros de grosor, el vitral más grande de Chile representa la glorificación de la Virgen del Carmen, con las banderas de la Patria Vieja, la actual, la argentina y la española. Este vitral -lo que le da más realce- es el único que tiene carácter figurativo; los demás son completamente abstractos.

El responsable de su restauración será el vitralista nacional Ricardo Carrión, junto a la Constructora Integral Figueroa, que se ocupará de la parte estructural. La obra tendrá un costo total de $80 millones, que fueron financiados por el Fondo de Desarrollo Regional para la Reparación y Conservación del Patrimonio, por medio de su Programa Puesta en Valor Patrimonial. Se espera que las obras estén terminadas antes del 15 de octubre de este año.

Una obra monumental

La ejecución de estos magníficos vitrales se realizó en Francia bajo la dirección de la firma suiza de Lausana y fueron ocupadas más de 100 tonalidades de colores de vidrios. También son obra de Winternitz el diseño de las vidrieras de la puerta central de la iglesia, las que fueron ejecutadas por las mismas empresas que realizaron los vitrales en Francia. La obra fue trasladada a Chile e instalada en 1971.

Según el vitralista Ricardo Carrión, «la técnica usada en la construcción de estos vitrales fue cortar el vidrio de 20 milímetros, aproximadamente, ocupando una herramienta de acero templada que, apoyada sobre una base, pasa el bloque de vidrio, produciendo una línea de corte.

El ensamble de vidrio con vidrio se produce con una carga de cemento estructurada en una malla reforzada».

La técnica que usará Carrión será rescatar cada una de las piezas, manteniendo así su autenticidad, como también la parte histórica. «Después del terremoto encontré piezas de vidrio que estaban quebradas en seis partes o más, las recogí y las codifiqué una por una, para luego ensamblarlas y reestablecerlas en su lugar de origen», cuenta. En esta oportunidad, los vidrios que se usarán fueron encargados a Francia y el trabajo lo realizarán 6 personas.

Ricardo Carrión asegura que «el vitral de la Virgen del Carmen que se encuentra en el Templo Votivo de Maipú es el más grande de Chile, y en América sólo es comparable con uno que existe en México».[/vc_column_text][/vc_column_inner][/vc_row_inner][/vc_column][vc_column width=»1/6″][/vc_column][/vc_row]

El Restaurador de Vitrales

[vc_row][vc_column width=»1/6″][/vc_column][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]El terremoto del 27-F no sólo dejó daños estructurales en las iglesias, sino también en su ornamentación. Ricardo Carrión ha comenzado una verdadera cruzada para rescatar los vitrales. Gustavo Villavicencio Ricardo Carrión se ha encargado de mantener viva la tradición del vitral en nuestro país. Ha recorrido de norte a sur con su trabajo, creando y restaurando.

Su gran obra de este año son los cuatro vitrales que desde el 7 de octubre podrán apreciarse en la parroquia Nuestra Señora de Andacollo. En un primer momento, Cristóbal Cox, C.S.C., párroco de esta iglesia ubicada en Mapocho con Cumming, pensó en colocar cuatro íconos de madera para celebrar los cien años del templo, pero conversando con los feligreses llegó a la conclusión de que lo mejor era que el templo se convirtiera en un lugar luminoso. Rápidamente tomó contacto con Carrión y le encargó cuatro vitrales: de San Alberto Hurtado (que inició su trabajo con los más pobres en la parroquia), Santa Teresa de Los Andes, y de los religiosos de la Congregación de Santa Cruz Andrés Bessette y Basilio Moreau, cada uno de 2,50 metros de alto por 1 metro de ancho.

Muchos piensan que el arte del vitral agoniza, pero uno de los encargados de «resucitarlo» ha sido Ricardo Carrión, tercera generación de una familia que se ha dedicado a este arte, en el que incluso su hijo mayor, que es arquitecto, ha comenzando a incursionar.

Entre los trabajos de Carrión se encuentran la restauración de los vitrales de la iglesia Santa Filomena; de la Catedral de Antofagasta; la iglesia Santa Gema; el Primer Monasterio de la Visitación; la Catedral de Talca; Santa Rosa de Pelequén, y el vitral más grande de Chile, que se ubica en el Santuario Nacional de Maipú.

Asimismo, entre las obras completamente realizadas por él destacan los vitrales de la iglesia Vera Cruz, el Sagrario de San Antonio de Padua (Linares) y el Oratorio de la Divina Providencia.

Lamentablemente, según Carrión, muchos templos modernos se han olvidado de los vitrales, que para él son una verdadera catequesis, y que por la luz que dejan pasar a través de sus vidrios de colores son lo más cercano a la divinidad.

Explica que en Chile hay pocas personas que se dediquen a realizarlos, «porque es un arte complejo, donde se conjuga la proporción con el espacio y la luz». Además, señala, «hay que recrear una atmósfera de recogimiento con estos trozos de vidrio, formando una escena con jerarquía».

La técnica de este artista es la de vitrales emplomados, como la vieja escuela, en la que se utilizan vidrios gruesos unidos con hormigón, como los de la capilla del Colegio del Verbo Divino y el Templo Votivo de Maipú.

A Carrión le preocupa que se esté perdiendo parte de nuestro patrimonio al descuidar la conservación de los vitrales. «Es impresionante ver en iglesias del centro de Santiago cómo los vitrales que se han caído han sido tapados con una madera, o se ha hecho una copia del vitral en cartón. Muchas veces es por falta de recursos, pero puedo afirmar que éste es un arte que no muere».[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/6″][/vc_column][/vc_row]