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Mensión en reportaje de Andrea Wahr, El Mercurio | 7 de diciembre de 2002
Mensión en reportaje de Andrea Wahr – El Mercurio | 7 de diciembre de 2002
En plena esquina de las calles París y Londres se ubica esta casa recién recuperada por el arquitecto Jaime Perelman. La construcción data de los años 20, y habla del esplendoroso pasado de la que hoy es una Zona Típica del centro de Santiago.
Abandonada estuvo muchos años esta vivienda, situada en el número 50 de la calle Londres. Y su suerte no fue muy buena: el deterioro fue implacable, el robo de elementos originales también. Sus ventanas destruidas la hicieron ser testigo, entre otras cosas, de numerosas fogatas. Del parqué no quedó nada, de las rejas de las escaleras, sólo un par. El techo estaba desplomado, por lo que también fue víctima de las inclemencias climáticas. Un espectáculo desolador, sobre todo si se considera que se encuentra en pleno centro de Santiago, en el barrio París Londres, declarado Zona Típica por el Consejo de Monumentos Nacionales.
Encargo de la familia Blanco Zañartu a los arquitectos Reis y Urmeneta, se construyó en 1922 como casa habitación. Se trata de un palacete de aproximadamente 620 m2, de estilo neoclásico francés, tendencia que marcó significativamente la arquitectura de esa época. La construcción es de dos niveles más un piso zócalo, al nivel de la calle.
El barrio donde se emplaza fue construido según los principios del urbanista francés Camile Sitte y en él conviven diversos estilos arquitectónicos.
En toda la esquina de París y Londres destaca el torreón curvo que acoge el acceso principal y dos escaleras interiores de mármol que conducen al hall. La fachada, que no había sufrido alteraciones, sólo se pintó. De ese modo, se notan los detalles de la arquitectura: las ventanas de medio punto, los balcones con balaustradas del primer nivel, y las de líneas rectas del segundo piso. Variados elementos ornamentales acentúan el estilo del edificio: guirnaldas, flores y escudos heráldicos. Una terraza mirador con glorieta conforma el nivel superior del inmueble. Este sector se reformó con una estructura metálica y se impermeabilizó.
En el interior, llama la atención la planta triangular del hall que ordena los recintos. Estos, con la remodelación, fueron transformados en oficinas de distintas superficies. En todas se instalaron lámparas de lágrimas adquiridas en anticuarios que evocan la época de construcción de la vivienda.
Jaime Perelman, el arquitecto que estuvo a cargo de la remodelación, comenta que no existían planos originales, salvo los de la red de alcantarillado. Eso dificultó el abordaje del proyecto, en el cual se procuró mantener el espíritu de la arquitectura. «En los estudios previos se invirtió casi un año», cuenta el profesional.
De ese modo, las rejas, los vitrales del cielo realizados por Ricardo Carrión, y elementos como las molduras y guardapolvos evitan el contraste con las características de la construcción, y se integran armónicamente a ella. Mención aparte merece la luz nororiente que recibe el inmueble, la cual está acentuada por la cenital que ofrecen los vitrales.
Entre los trabajos que se realizaron figuran el reemplazo de los pavimentos del segundo y tercer piso por porcelanato. En los baños se pusieron cerámicos, pues las baldosas originales habían sido robadas. Las barandas y rejas de las escaleras se repusieron a partir de un molde original que se conservó. Ninguna puerta ni ventana de la construcción sobrevivió a los años de abandono; las que se instalaron son de madera de encina. Asimismo, se repararon y cambiaron las instalaciones sanitarias y eléctricas.
Estos arreglos le devolvieron la prestancia a esta antigua construcción, además de dejarla habilitada para su nuevo uso, con todas las comodidades de la vida moderna. En la actualidad, el inmueble, que se encuentra a la venta en www.elbarrio.cl, presenta doce oficinas y nueve baños, además un sitio eriazo contiguo que se transformó en estacionamientos para 24 vehículos.